lunes, 18 de abril de 2011

¡A sembrar una sociedad diferente!

El siglo XX fue el siglo del éxodo del campo a la ciudad. Al calor de la revolución industrial, los campesinos abandonaron un trabajo al que apenas había llegado la mecanización, dependiente en exceso del cielo y socialmente devaluado por un trabajo que, a su vez, significaba mejoras en su forma de vida: acceso a servicios sanitarios, educativos, de ocio... En fin, todo esto es archisabido. El caso es que el brillo del desarrollo terminó deslumbrando a las siguientes generaciones que, ahítas de un trabajo rutinario, de un entorno que no resultó tan enriquecedor como socialmente desigual, de la contaminación y la desconexión con la naturaleza; de modo que a finales de siglo se inició una tímida vuelta de la ciudad al campo, mucho menos espectacular porque mejorar el nivel de vida ejerce una atracción mucho mayor que mejorar la calidad de vida en el común de los mortales.
La crisis, sin embargo, creo que provocará un efecto muy diferente. Ya no habrá huída del campo a la ciudad ni vuelta de la ciudad al campo sino la unión de ambas formas de vida. Por un lado, los pueblos seguirán urbanizándose, de modo que, mientras desaparecen de forma inexorable los pequeños núcleos, crecerán los medianos, convirtiéndose en pequeñas ciudades. Mientras tanto -y esto es lo más novedoso- apuesto firmemente por la ruralización de las ciudades. Ya hay experiencias que crecen y se multiplican de forma pausada pero decidida, sobre todo la extensión de los microhuertos urbanos, la conversión de los solares de las ciudades en granjas ecológicas, la proliferación de huertos ecológicos en terrazas y balcones, y la creación de mercados ecológicos en las calles de las ciudades. Países como Alemania o Inglaterra y ciudades como Nueva York (http://www.greenguerillas.org/) están marcando la pauta, que va prendiendo ya en Madrid y Barcelona. Creo que no tardará en extenderse a las demás ciudades y será un proceso muy interesante.
Espero que los nuevos ayuntamientos que sean elegidos el 22 de mayo lo tengan en cuenta y lo alienten. No sólo acerca dos mundos hasta ahora contrapuestos sino que, además de saludable, es una buena receta para afrontar la crisis, desde el punto de vista económico y de un necesario cambio de mentalidad.

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