viernes, 4 de marzo de 2011

Aprender del pasado

Ésta no la primera crisis económica ni la última que nos queda por pasar. Todo el mundo ha señalado una ventaja: reconducir la sociedad de consumo. Aunque ese tipo de argumentos repatean cuando se utilizan como consuelo, es cierto si se plantean como tema de reflexión. Es cierto que en muy pocos años la sociedad de consumo, libre prácticamente de límites a todos los niveles (falta de límites que, precisamente, provocó la actual crisis) había adquirido un ritmo vertiginoso. Los ancianos de hoy que nacieron en aldeas, prácticamente nacieron en una sociedad medieval (o anterior, si consideramos que aún utilizaban el arado romano) y han envejecido en la era tecnológica: siglos de civilización en una sola generación. Sin duda, habrán sentido vértigo, pero se han adaptado bien, porque hacia adelante siempre se camina con cierta facilidad.
Ahora, sin embargo, nos toca ir hacia atrás, lo cual no quiere decir que haya que volver a un estadio ya superado, sino que hay que recoger las cosas necesarias que se nos cayeron en esa loca carrera y quedaron tiradas en el camino. Con ellas, tendremos que construir una sociedad distinta que, si lo hacemos bien, podrá ser mejor que las anteriores. Políticamente, yo creo que eso supondrá cambiar el panorama de forma bastante drástica y evitando graves peligros. Desde luego, hay que jubilar a la mayoría de los políticos actuales: unos permitieron la crisis soltando alegremente las riendas que les correspondía sujetar, dejación que lo mismo da si se hizo por incompetencia, corrupción o ideología; otros no han sido capaces de volver a hacerse con ellas. De modo que necesitamos nuevos políticos dispuestos a serlo de verdad, es decir, a regular los mercados y a controlar la excesiva ambición (la del pequeño ladrón y la del gran empresario, la del estafador de poca monta y la de los banqueros), pero con sumo cuidado de no caer en manos de políticos aventureros, demagogos o salvapatrias que, en tiempos de crisis, suelen proliferar como hongos venenosos.
Partamos de cero: o los partidos jubilan a sus líderes y buscan realmente personas pegadas a la realidad y con vocación de dejarse la piel en el servicio público, que no en la contienda partidista, o echemos abajo a los partidos actuales y busquemos otras propuestas.


Y todo esto venía a cuento de un recetario, lo juro. Lo que yo quería decir es que tenemos que volver la vista atrás, aprender de generaciones pasadas cómo gastar lo mínimo en comer, incorporar todo lo aprendido desde entonces (sobre salud y hábitos saludables, quiero decir) y con eso, inventemos nuevos platos.
http://www.consumer.es/web/es/alimentacion/aprender_a_comer_bien/adulto_y_vejez/2011/02/25/199144.php

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